Cuando entras al nuevo espacio, encuentras enseguida información sobre sus clubes de lectura: literatura japonesa, negra, clásicos. Es uno de los encantos de siempre. Cuando la he visitado hoy, por vez primera en su nuevo lugar, se oían al fondo las voces de una animada conversación. Un sábado a las doce de la mañana, más de quince lectores compartían sus impresiones: eran los Encuentros negros, hoy dedicados a El hombre que se esfumó. Mañana por la tarde, domingo, Club de Literatura Japonesa con La caza del carnero salvaje.
Además, como siempre, otras actividades anunciadas: las jornadas Las librerías de mi vida programadas para la semana próxima o la presentación de Ombligo, mundo y raíz de Iris Almenara.
Al fondo se intuye lo que puede ser un espacio para poder tomar un café y hojear algunos libros de la amplia y bien presentada selección de libros. Los sillones y las mesas ya están preparadas y anuncian un espacio muy acogedor. En la zona central, el espacio infantil, cómodo, amplio, asequible y con una muy amplia colección de libros infantiles.
En resumen, la librería de siempre que se ha trasladado de la calle que le dio nombre, a otro espacio con encanto, en un barrio de la ciudad que cada vez que lo recorres descubres, como en la librería, algo nuevo y sorprendente.
La Llibrería Ramón Llull es una de mis librerías con encanto porque además, se dedica de verdad al fomento de la lectura que es, por supuesto, mucho más que vender libros.
De esta primera visita hemos salido con La muchacha de Cátulo de Isabel Barceló, Sueños de Robert L.Anderson, El hombre que se esfumó de Maj Sjöwall y la revista los ojos de hipatía
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